Según algunas noticias, el calçot fue descubierto por un solitario campesino vallenc de finales del siglo XIX conocido con el nombre de Xat de Benaiges y no es otra cosa que cada uno de los grilles de las cebollas blancas cultivados especialmente para ser cocido a la llama de los sarmientos del año anterior. Son una variedad de cebollas tiernas, que se hacen grillarse calzándolas a medida que crecen.
El proceso de cultivo del calçot empieza cuando, en los últimos meses del año, se siembra la semilla de la cebolla blanca. Cuando la cebolla ha germinado y ha crecido, se arranca y, después de guardarla una temporada, se vuelve a plantar otra vez de forma que sólo quede medio enterrado. A medida que crece la planta, hay que ir calzándola, es decir, rodeándola del suelo. Los calçots se cogen preferentemente entre los meses de noviembre y abril.
A partir de las primeras décadas del siglo XX la calçotada se convirtió en una comida habitual de muchas familias de esta tierra, durante los días festivos. Las raíces del gran impulso experimentado por la calçotada por todo el país podemos fecharlas a mediados de siglo, cuando la Peña Artística de la Olla hacía sus célebres calçotades e invitaba personalidades del mundo artístico y cultural barcelonés, a las cuales ayudaron a divulgarlas.
El año 1995 la Generalitat de Catalunya concedió la denominación de calidad «Calçot de Valls» y el año 1996 se constituyó el Consejo Regulador. El ámbito geográfico de esta denominación comprende las comarcas del Alt Camp, el Baix Camp, el Tarragonés y el Baix Penedés.